jueves, 24 de julio de 2008

Creciendo...


Mi tesoro, a penas me dejas tiempo para escribir. Lo intentaré hacer en ratitos en los que duermas... pero son tan pocos, y encima estoy tan cansada que en cuanto cierras los ojillos los cierro contigo.

El día 17 hiciste cinco meses y la verdad es que cada día estas más bonita. No dejas de reirte desde que te despiertas hasta la noche. Siempre tienes una sonrisa en la cara y unos ojos abiertos llenos de vida.

Eres mi mejor regalo. Ya no sé que sería de mii vida si tuno estuvieras en ella. Te necesito mucho más de lo que tu me necesitas a mi.

Mi pequeñita... te quiero.

sábado, 28 de junio de 2008

El parto ( 17/02/08)

A las 4.30 horas de la madrugada del 16 de febrero del 2008 rompí aguas. Exáctamente tuve una fisura en la bolsa y me levanté de la cama. Fui corriendo al cuarto de baño, porque tenía la sensación de estar mojada y allí pude comprobar que mi cuerpo ya estaba diciendo que ibas a llegar.
Rápidamente llamé a tu papá que dormía en ese momento. Sólo hacía una hora y media que se había acostado y cuando le desperté no sabía lo que pasaba. Se asustó mucho cuando le dije: He roto aguas, ya ha llegado el momento. Su respuesta fué: Estoy soñando... Pero no, no era un sueño. Te habías adelantado casi una semana ( te esperabamos para el día 22 o 23 ). Nos pusimos un poco nerviosos, el momento que llevábamos tanto tiempo esperando ya había llegado... La inexperiencia, el miedo a lo desconocido, la inquietutd de que todo fuera bien... todo eso se mezclaba en nuestras cabezas.

Me metí en la ducha y papá preparó las últimas cositas que quedaban por meter en la bolsa para ir al hospital.

A las 6 de la mañana llegamos al Hopital de Valdecilla en Santander. Nos pasaron a una sala en la que una doctora me miró para ver si el trabajo de parto ( es así como lo lllaman) había empezado, o si me volvían a mandar para casa como hacen con muchas primerizas, a esperar a que esten más dilatadas.

Me dijeron que me tenía que quedar ingresada porque estaba perdiendo mucho líquido amniótico y debíamos esperar ya a que empezara a dilatar.

Me mandaron quitar la ropa y me dieron una bata azul y un camisón que estaba abierto por la espalda. Metimos toda mi ropa en una bolsa de plástico y papá la bajó al cohe. Los zapatos también me los quité y me puse unas zapatillas para estar mas cómoda.

De allí me pasaron a una habitación en la que estuvimos hasta que dilaté de 3 centímetros. Hasta las doce del mediodía no empecé a sentir dolores. Al principio eran muy suaves, como dolores de regla, totalmente soportables. Me acuerdo que pensaba: como sea todo así, esto es un chollo... Pero aún no sabía lo mucho que me estaba equivocando.

El abuelito Ángel vino por la mañana, llegó prontito y estuvo todo el tiempo con nosotros. La abuela estaba en Aglow en Toledo y no pudo estar ese día. El tio Aingeru tampoco porque estaba trabajando.

Fue después de comer cuando ya empezaron a darme contracciones más fuertes y entonces me di cuenta de que la cosa iba en serio. Me mandaron pasear para soportar mejor el dolor ( dicen que es mejor estar de pie), así que me paseé horas y horas por los pasillos. Los dolores eran cada vez más fuertes. Tenía que pararme, respirar hondo y aguantar como podía. Ese dolor era nuevo para mi. Es algo dificil de describir, pero para que te hagas una idea es como si tiraran muy muy fuerte de ti por dentro. Todo se estaba preparando para que tú pudieras salir de la barriguita de mamá.

Después de pasar muchas horas pasillo arriba y pasillo abajo, la enfermera me miró para saber cuanto había dilatado y me dijo que estaba de tres centímetros. Para enviarme a la sala de partos tendría que estar como mínimo de cuatro centímetros. Yo estaba deseando que me llevaran porque eso significaba que me pondrían la epidural y que el dolor se acabaría. Me dijo que como había muy pocas mamás dando a luz que me llevarían ya a la sala de partos... Y yo di gracias a Dios. Asi que me pusieron la epidural estando sólo de tres centímetros y no me dolió ni el pinchazo ni nada, porque el descanso y el alivio que sentí cuando se me fue el dolor fue inimaginable.

Allí me quedé hasta que dilaté de diez centímetros. Estuve en una habitación con papá solita. Pude descansar y hasta me quedé dormida por el efecto de la anestesia. Cuando estaba de ocho centímetros el efecto de la epidural se fué y empezaron los insoportables dolores, pero esta vez multiplicados por dos. Pedí que me volvieran a pinchar y así lo hicieron. Los dolores se calmaron de nuevo.

Fuera esperaban ansiosos por verte Rubén ( que vino desde Barcelona), Sami y el abuelo.

Por fin me pasaron al paritorio y allí empujé con todas mis fuerzas. No me dolía nada, estaba completamente dormida de cintura para abajo. Y después de unos minutos, a las 2.45 de la mañana llegaste tú. Toda llenita de grasa y de sangre. Temblando y llorando sin parar, con esa carita de asustada que hoy todavía pones muchas veces. Te pusieron encima de mi barriguita y dijeron que había sido un parto de película. No me dieron ni un solo punto y perdí 13 kilos.

Papa y yo respiramos tranquilos... Todo había terminado por fin y teníamos en nuestros brazos un trocito de carne al que no conocíamos y con el que no sabíamos qué hacer. Un trocito de felicidad indescriptible. Aroa, ya estabas aquí.

viernes, 27 de junio de 2008

A punto de llegar

Aqui comienza todo. El principio de un montón de cosas. El sentido de toda una vida. Aquí estas a punto de venir a este mundo. Mi niña, mi tesoro, mi trocito de felicidad. El 17 de febrero del año 2008, un cúmulo de sensaciones recorrían mi cuerpo. Sentía el dolor más fuerte que nunca había experimentado y a la vez nervios e ilusión. Todo mezclado en mi cabeza y en mi cuerpo. Todo preparado para que el mayor milagro de la vida tuviera lugar ese día... Y llegaste tú y mi mundo se paró... Aroa, bienvenida a mi vida.